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Tu apoyo a nosotros con tus oraciones y, si puedes, con un donativo, nos ayudará a sostener la formación de nuestros frailes jóvenes en su camino vocacional, a nuestros hermanos más frágiles en la Enfermería y el trabajo en todos los lugares donde el Señor nos llama, desde las cárceles a los hospitales, desde los santuarios a los confesionarios y a custodiar los lugares de la vida y la experiencia de San Francisco.
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nos llama, desde las cárceles a los hospitales, desde los santuarios a los confesionarios, y a custodiar los lugares de la vida y la experiencia de San Francisco. San Francisco amaba la Porciúncula más que a ningún otro lugar y pidió a los frailes que nunca la abandonaran. Obedientes a su deseo, aún hoy custodiamos este santuario tan querido. Nuestra presencia en la Porciúncula, lugar de los orígenes de la Orden Franciscana y de la muerte del Poverello de Asís, ayuda a los millones de peregrinos que pasan cada año por esta pequeña iglesia, o siguen las celebraciones desde sus casas, a experimentar la misma gracia que Francisco experimentó en este lugar. El deseo de San Francisco es que la Porciúncula sea para vosotros el mismo lugar de gracia que fue para él. Nuestra presencia constante, el cuidado del lugar y los numerosos servicios ofrecidos, expresan nuestro deseo de encontraros y ser para vosotros instrumento de esta gracia.




